A.D. SIRUELA - C.D. TALARRUBIAS. SE PASÓ EL RUBICÓN DE LA TERCERA JORNADA.

 

Llegaba la tercera jornada con cierto interés por ver qué le depararía al equipo el destino esta nueva temporada. Y llegó, también, con los temores que suponen el comprobar que en los últimos tiempos este partido ha solido ser uno de los puntos de inflexión que ha llevado al equipo a perder muchas de las opciones de quedar más arriba en la clasificación en temporadas pasadas.

El equipo que presentó Juan fue: Sergi; Parra, Juli, Simón, David; Samuel (Charli, 46), Francisco, Miguel (Edson, 51), Edu (Carlos, ); Manuel y Kike (Luis, 50). Tambien estuvo en el banquillo Pedro Luis como portero suplente.
 
Goles: 1-0, min. 5, de penalti; 2-0, min 26; 2-1 Kike, de penalti, min. 35; 2-2 Juli min. 27; 2-3 Kike, de penalti, min. 93.

Hecha la pequeña introducción, el comienzo del partido supuso para el C.D. Talarrubias un ejercicio de regresión en el tiempo que puso en fila, uno a uno, los viejos fantasmas de la citada jornada tres. A los 4 minutos ya íbamos detrás en el marcador merced a un penalti que fue anotado por los locales con autoridad pero que Sergi, muy seguro toda la tarde de ayer, estuvo a punto de desbaratar. El penalti en sí provino de una falta en la esquina del área grande, claramente dentro, en la que Parra pugnaba con uno de sus extremos por la pelota. Un penalti riguroso, de esos que hay que echarle valor para pitarlo y sobre todo de esos que se hace más fácil señalar cuando se beneficia al equipo local. Lo dejaremos en penaltito siendo benevolentes.

El partido entró en el terreno que más le interesaba a los locales. Juego trabado, sin continuidad y con la A.D. Siruela pasando pocos apuros a excepción de algún balón a la espalda de los locales que barruntaron que podía llegar el empate. Dominio posicional del Talarrubias y Siruela aguantando el tipo mientras le duraba el fuelle físico.

Cuando Talarrubias amenzaba con un puntito más de precisión llegó el mazazo del segundo gol local. Un balón en la frontal del área del equipo ayer blanquiazul es golpeado con violencia por un centrocampista local y el balón dibuja una precisa trayectoria lejísimos del alcance de Sergi que se quedó petrificado cual estatua de sal. El 2-0 desencajó al equipo que no daba crédito a entender cómo con tan poco los locales tenían un resultado tan claro. Por aquellos entonces este escribiente ya barruntaba un posible título a esta crónica: "Y llegó la jornada tres".

La cosa empeoró cuando Parra entró en cierto trapo que el Talarrubias, si quería sacar algo positivo, debió de haber evitado. Nuestro lateral derecho, que ayer volvía al equipo, se vio envuelto en una serie de asperezas en el juego que sólo trajeron la fatalidad y otra traba más en la construcción de la hipotética victoria local. La acción de la expulsión tuvo todos esos condimentos del otro fútbol que evidentemente sólo benefician a quien va ganando y no tiene tarjetas (en el penalti le sacaron la primera): codos afilados al aire, pierna dura en los choques que pretendían confundir los recados con el fragor de la batalla y decisión salomónica con dispares consecuencias para los dos equipos. El Talarrubias, dos a cero abajo, se quedaba en inferioridad  numérica. No ayudó Parra en la acción tampoco a un árbitro que se mostró inflexible a la hora de expulsar al jugador talarrubiense por dos acciones juzgadas con un punto de severidad totalmente dispar.

Sin embargo la expulsión trajo consigo el resurgir del equipo. Como si la desafortunada expulsión sirviera de despertador o acicate, el equipo se puso manos a la obra y sólo un minuto después los locales cometían un penalti claro dentro del área cuando Edu quebró a su par dentro del área y, cuando estaba presto a cañonear, recibía una patada que le impedía rematar con claridad. La acción, en las cercanías del área pequeña, en ocasión manifiesta de gol, no fue considerada merecedora siquiera de tarjeta amarilla. En el párrafo anterior hablaba de disparidad en la severidad arbitral. Juzguen ustedes mismos. En otro orden de cosas, decir que el penalti fue lanzado por Kike con fuerza y al centro, cerca del larguero, anotando el gol que constituía el primer paso para subir la empinada cuesta en que se había convertido el partido para el C.D. Talarrubias.

Acto seguido el Talarrubias jugó sus mejores minutos de la primera parte. Con una A.D. Siruela en franca cuesta abajo pagando quizá el bajón físico, comenzó el rosario de acciones que pudieron traducirse en el empate. Miguel protagonizó dos jugadas consecutivas marca de la casa por banda izquierda que no encontraron rematador. Edu amenazó en un par de acciones dentro del área y Kike, ayer peleado con la regla número once del fútbol, se afanaba en buscarse alguna acción de peligro. Por aquellos entonces el partido estaba siendo ya bien gobernado y gestionado por Francisco Manuel, el mejor en la tarde de ayer, y la inferioridad numérica no constituía una excusa para los visitantes.

La segunda mitad comenzó con redoblados esfuerzos del C.D. Talarrubias en conseguir el empate. Siruela no amenzó más allá de faltas colgadas desde lejísimos en las que Sergi se mostró seguro y no dio concesiones. Hubo ocasiones de varios balones que se pasearon por el alambre del la linea del área pequeña sin encontrar rematador, manos a manos bien resueltos por el portero local y goteo incesante de corners y lanzamientos a puerta visitantes. Pero el empate no llegaba.

Tras el carrusel de cambios, hecho que Siruela, ya sin resuello físico y sin aire, pedía a gritos, el partido no cambió de guión y el C.D. Talarrubias, a pesar de afanarse en atacar, no conseguía el empate. Algo extraordinario debería pasar para que el resultado se moviera.

Y la suerte, por fin, se alió con nosotros en el momento justo. Una acción del Talarrubias en ataque es sancionada por el juez de linea como fuera de juego. Sin embargo, en la aplicación de la ley de la ventaja, el árbitro principal no señala la infracción, quedando el balón en juego. En estas el portero, quizá confundido por la actitud de los dos equipos que parecía que daban por buena la infracción, comienza a caminar con el balón en las manos hasta que sale del área. Manos por coger el balón fuera del área, justo en la frontal, en lo que bien podría calificarse como la jugada tonta del partido.

La falta fue lanzada por Miguel, con violencia y el balón fue repelido hacia abajo por el larguero en una acción que bien pudo haber sido gol tras el primer rebote. Sin embargo el gol habría que remacharlo, con sufrimiento, como si fuera la escenificación de lo que sería el partido de ayer para el C.D. Talarrubias, y tuvo que llegar Juli para de cabeza alojar el balón en las redes. Empate a dos y quedaban más de veinte minutos para lograr la hombrada.

De ahí hasta las postrimerías del partido Siruela, ya en franca debilidad física (los cambios agudizaron incluso esta tara), se limitó a cumplir el guión de los equipos con el agua al cuello: simulación de lesiones de recuperación milagrosa tras atravesar la linea que delimita el campo, juego trabado, muchas protestas, desplazamientos de balón para evitar los saques con rapidez... . Todo un compendio del otro fútbol, lícito todo ello, que buscaba arañarle segundos a un reloj que corría a diferentes velocidades, qué cosas, dependiendo de quién fuera el aficionado.

El final del partido trajo consigo el aquelarre de polémicas varias. Hasta el gol de la victoria visitante, fue expulsado el portero de Siruela por las reiteradas licencias temporales en poner el balón en juego. Le sustituyó un jugador de campo  durante un buen puñado de minutos que, curiosamente, fueron más o menos tranquilos para los locales, como si el C.D. Talarrubias, que ya daba síntomas de agotamiento físico, hubiera reculado algo para coger impulso ante el asedio final y el golpe definitivo.

Y así fue. En una sucesión de balones a la espalda de los locales que defendían por mera acumulación de hombres, Kike encara al portero pero no consigue en primera instancia su objetivo. En la prolongación de la acción, pues el balón había quedado suelto dentro del área, Kike prueba fortuna de nuevo encontrándose a un jugador local en su trayectoria que acurruca el balón en su regazo desde el suelo abortando la acción. El línea vio la acción ante la remolonería del silbato y se decretó el punto de penalti.

Acto seguido llegaron los momentos típicos y comprensibles de la frustración, pues sólo así, desde la frustración, se puede entender que se proteste un penalti de tamaña magnitud. De esta forma hubo carrusel de tarjetas, de diversa coloración, que dejaba a los locales con 9 jugadores y a Kike, a escasos momentos del final del partido, ante la responsabilidad de darle los tres puntos al C.D. Talarrubias desde el punto fatídico.

El penalti, con un jugador de campo bajo los palos, fue lanzado por Kike como si Victor Valdés estuviera bajo los palos. Balón raso, junto a la cepa del poste, y resultado favorable para los visitantes que veían así recompensado el ejercicio de fe que realizaron durante más de una hora. El partido, desde el gol definitivo de los visitantes hasta el pitido final, no dio más de sí pues el Talarrubias dormía la siesta del guerrero aculado, ya sí, en su área mientras esperaba el final del encuentro ante una A.D Siruela que no amenazó.

 

El partido en sí, a pesar del Rubicón que suponía la tercera jornada liguera y de la dificultades inmensas que hubo que afrontar para llevarse los tres puntos, supuso una especie de lección vital que debe de servirle al equipo a mejorar la faceta mental y a darse cuenta de que jugando al fútbol se obtienen buenos resultados. Victoria justa, más que merecida y tres puntos que viajaron a Talarrubias.