DOS PUNTOS QUE VUELAN AL FINAL.

Llegó el derbi, que se disputó en una tarde fría, chispeando en algún momento, con mucho público en las gradas de ambos equipos y con total armonía entre ambas aficiones. Esto es lo que tiene que haber en todos los campos.

Juan y Mariano presentaron el siguiente equipo: Pedro Luis; Parra, Juli, Charli, Edu; Samuel (Fran Rivera, min. 55), Simón (Rafa, min. 87), Francisco Pielero, Kike; Manuel y Miguel. También estuvieron en el banquillo Sergi, portero reserva, Cristian y Víctor.

Goles: 0-1 min. 0,30 Kike; 0-2 min. 22 Kike; 1-2 min. 30 Roberto; 2-2 min. 87 Adrián.

Mal sabor de boca el que se trae el C.D. Talarrubias de Esparragosa de Lares gracias a un empate, ya en las postrimerías del partido, que hizo que volaran dos puntos que suponen un palo en la rueda de los blanquinegros y sus aspiraciones de este año.

El partido estuvo condicionado por varios factores. El primero, el terreno de juego. Las lluvias hicieron mella en el estado de un campo, de los mejores de la categoría en lo que a superficie terrestre se refiere, y condicionó la posible continuidad en el juego por el temor a los charcos y, según avanzaban los minutos, el empleo por parte de los visitantes del balón en largo algo más de lo que en ellos es habitual.

También condicionó el partido la falta de ambición en la segunda parte de los visitantes ante un Esparragosa de Lares que, sin ser zarandeado en ningún momento y aguantando con sus armas, tuvo momentos de verdaderos aprietos en la zona defensiva en los que sacar el balón de un simple pelotazo ya constituía un logro. Los locales se ataron los machos y en los minutos finales emprendería la parte del guión en la que ellos adquirían más protagonismo.

El tercer condicionante fue la sibilina labor arbitral. Una labor de zapa, sin estridencias durante noventa minutos pero que dejó bien a las claras que cualquier acción de ataque o de defensa de los visitantes sólo sería validada si no existía ningún tipo de contacto con un rival. Son los arbitrajes de oído, caseros por ende, los que desquician a los jugadores y los que sacan lo peor de ellos. El de hoy fue de ese estilo.

Con todo, el Talarrubias rápidamente asumió su papel de equipo teóricamente superior y a los 30 segundos ya campaba el 0-1 en el marcador merced a un gol de Kike que de cabeza alojaba en las redes un mal despeje de la defensa local. Las cosas comenzaban bien.

La primera parte, mientras los jugadores del C.D. Talarrubias se dedicaron a la labor futbolística, fue dominada con más o menos aplomo. Los locales lo fiaron todo a su mejor jugador para que lanzara sus ataques y Juli, Charli, Edu y Parra resolvían con más o menos suficiencia las pocas ocasiones en las que los locales merodeaban la zona de peligro.

Cuando la primera parte estaba ya más asentada un balón interior, con más intención que otra cosa, contó con la insetimable ayuda (o mala suerte) de la defensa local que no acierta a despejar el balón para que éste le llegue franco a Kike que con frialdad sienta al portero y aloja el balón en las mallas del C.D. Esparragosa. El 0-2 era ya una renta a tener en cuenta que no supimos resguasdar... , pues el concierto de viento haría acto de presencia.

El segundo gol puso en marcha la táctica a la que los locales se agarraron. Muchas faltas en los aledaños de nuestra zona defensiva, todas ellas de diversa índole y justicia, que los verdinegros se prestaron a colgar sobre el área del Talarrubias. Y tanto va el cántaro a la fuente que al final pasó lo que la simple estadística puede explicar: a más posibilidades, más probabilidad de gol. Esparragosa anotaba el primero de su cuenta en un balón puesto en el área, a escasos metros del suelo, que uno de sus extremos tocaría con tino para alojarlo en las redes y poner el, ya sí, inquietante 1-2 en el marcador.

La segunda parte trajo consigo un partido gestionado por el C.D. Talarrubias con más o menos autoridad pero con la incertidumbre de la mínima ventaja en el marcador. Los locales, durante 35-40 minutos pasaron del centro del campo con un mínimo de peligro en escasas ocasiones y sólo Pedro, en un acercamiento al área, resolvía una jugada algo embarullada de los esparragosentos con un tiro que pararía Pedro Luis sin apuros.

Fueron una inmensidad de minutos con el equipo local tocado, en el sentido físico también, en los que los visitantes pudieron haber reventado el partido. Y ésto lo enlazo con lo de la falta de ambición. Durante estos minutos los locales lo pasaron realmente mal y cualquier despeje era recogido por los visitantes que emprendían el ataque de nuevo con menos incisión de la requerida. El C.D. Esparragosa en estos minutos tuvo serios fallos de ajustes defensivos que ponían, casi sin esfuerzo, a nuestros extremos y delanteros en zonas de peligro inminente. Quizá una vuelta de tuerca más a la presión ofensiva hubiera traido el tranquilizador gol.

Pero no fue así y Esparragosa aguantó estoicamente un marcador alcanzable a falta de su parte del guión. Y así fue. Curiosamente por aquellos momentos salía un tenue sol, como si aquello fuera la escenificación de que tras la tormenta llega la calma. Fue un cambio táctico simple lo que los locales ejecutaron ante los problemas para sacar la pelota: Fran Cabanillas más atrás a comenzar las jugadas.

Fue así como el partido dio un vuelco y la iniciativa pasó de forma irreversible a los locales que jugarían sus 10 minutos a toque de corneta. Fran incidió en su precisión en el golpeo para buscar las cosquillas de los visitantes y fue por la banda derecha, donde uno de sus extremos había hecho acto de presencia desde el banquillo no hacía mucho, por donde encontraron el filón que derivaría en el éxtasis local con el empate a dos.

También hubo en los minutos de asedio local el concierto de viento del trencilla que se empeñó en otorgarle la opción del balón parado al C.D. Esparragosa con faltas al borde de la risión donde una simple carga, disputa o "mire que yo pasaba por aquí" se convertían en infracciones locales. Y es en estas jugadas en las que las fuerzas se igualan. Tuvo Esparragosa sus opciones mediante esta suerte pero no lo conseguiría. El árbitro, además, obviaría como punible una penetración de Miguel en el área en la que fue ostensiblemente sujetado de la camiseta y no decretaría el consiguiente penalti.

Y fue en una penetración por banda derecha cuando un balón puesto en el área no es despejado por la defensa visitante que deja un balón muerto que Adrián remata, sin dejar caer y con algo de dificultad, para alojar el balón en las mallas blanquinegras. Era el empate que subía al marcador y que penalizaba a los visitantes y su delito de no haber matado el partido. Normalmente las cosas pasan cuando pueden pasar y una renta de un gol se presta perfectamente a la definición de "posible".

En los últimos minutos, con Rafa ya en el campo a la desesperada, los visitantes tratarían de arreglar el tanteo. Y hubo alguna opción con balones en el área verdinegra que no se pudo concretar. Con el silbido final y felicitaciones mutuas entre los contendientes la batalla futbolística tocaría su fin.

El análisis final deja claro que se pudo haber sacado más. Sin embargo estos partidos se le atragantan al C.D. Talarrubias y no da nunca su verdadera medida. Los esparragosentos, por contra, siempre aportan ese plus de motivación de lo que supone jugar un derbi. Y no es un menosprecio a los locales sino una simple mirada a su trayectoria y a la clasificación que constata ambas coartadas.